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Copiar y pegar. O, lo que es lo mismo, control+c más control+v. Muchos alumnos recurren a esta combinación de teclas en sus ordenadores para salir del paso y poder entregar a tiempo esos trabajos que no quieren hacer o que les hubieran llevado un montón de horas de ardua labor intelectual. Sólo hay que hacerse con uno escrito por algún estudiante de cursos anteriores y borrar su nombre para colocar el suyo con la esperanza de que el profesor que lo haya encargado no se dé cuenta del plagio. Sin embargo, en estos tiempos donde conseguir un sesudo ensayo sobre la aplicación de los derechos humanos por parte del Tribunal de La Haya está a golpe de un click, las universidades cuentan con sus propias herramientas informáticas para evitar este tipo de fraudes académicos. Turnitin, la Universidad del País Vasco (EHU-UPV) como por la Universidad de Deusto, .
Se trata de un servicio lanzado por la compañía iParadigms en el año 2000 con el objetivo de acabar con los plagios académicos. Institutos y universidades de todo el mundo compran sus licencias para poder utilizar esta herramienta online que rastrea el texto de los trabajos de los alumnos en busca de coincidencias con otros entregados anteriormente y almacenados en sus bases de datos y en las de otros centros académicos. Y todo ello gracias a un avanzado algoritmo informático de su propiedad. En su web, aseguran atesorar 640 millones de ensayos estudiantiles, 160 millones de publicaciones y artículos científicos, además de 61.000 millones de páginas web indexadas.
En total, Turnitin es utilizado por 15.000 instituciones académicas de 150 países en las que están matriculados 30 millones de estudiantes. En España, unos 60 centros educativos, como universidades o escuelas de negocio, cuentan con una licencia de uso para analizar, en la mayor parte de los casos, «trabajos de fin de curso en licenciaturas, másteres o tesis doctorales», señala Lluis Val Becerra, gerente territorial de esta compañía en España. Es lo que sucede, por ejemplo, con la UPV, cuyo uso no se encuentra institucionalizado. De hecho, sólo se utiliza a petición particular de los profesores y para evaluar trabajos de un importante peso académico, según destacan fuentes de la universidad pública vasca.
También la Universidad de Deusto lleva utilizando Turnitin desde 2014 para acabar con algo hasta entonces tan institucionalizado entre los estudiantes como era el copiar-pegar «hasta el punto de que no eran conscientes de que estaban haciendo algo malo», señala la directora de eCampus de este centro, Sonia Arranz. Por ello, las autoridades académicas decidieron informar a profesores y universitarios sobre la puesta en marcha de esta herramienta haciendo hincapié en que no sería utilizada de forma indiscriminada para no dar lugar «a un ambiente de desconfianza por parte del alumnado», recuerda la directora.
Buena aceptación en Deusto
Cuatro años después, Arranz destaca la buena aceptación de Turnitin tanto por parte de profesores como de los estudiantes. «En lo que va de año, se ha utilizado para chequear los ensayos de unos 2.500 alumnos», añade. Como en la UPV, los docentes son los que tienen la última palabra a la hora de decidir su uso. «En algunas facultades se usa más que en otras, normalmente para detectar plagios en trabajos de investigación o de fin de curso. No podemos permitir que universitarios de Deusto sean pillados haciendo trampas», resalta la directora.
Y es que cada vez más universidades hacen lo posible por tratar de evitar casos como el del máster fantasma de la presidenta de Madrid, Cristina Cifuentes, ya que pueden acarrear una pérdida, en ocasiones irreparable, de su reputación académica, como le ha pasado a la Universidad Juan Carlos I, convertida en la zona cero del escándalo protagonizado por la presidenta de Madrid. «La mala prensa puede llevar consigo un importante descenso de matriculas por parte de alumnos extranjeros que se gastan unos 50.000 euros en realizar sus estudios en Europa, por lo que esta importante vía de financiación acaba resintiéndose y afectando a todos los estamentos del centro en cuestión», señala el directivo de Turnitin.
Para Val, lo único positivo del 'caso Cifuentes' ha sido poner de actualidad «uno de los problemas endémicos del sistema educativo español, la falta de ética de unos alumnos acostumbrados al 'todo vale' a la hora de sacar adelante sus estudios en una época en la que pueden tener todo tipo de información de manera ilimitada y de forma inmediata». Es el caso de las webs que ofrecen todo tipo de trabajos estudiantes desde 60 euros a tesis doctorales por miles de euros. «Presentan sus servicios de forma totalmente profesional, con sus tarifas bien definididas, como lo haría un bufete de abogados o una notaría. Es inaudito», añade.
Papel disuasorio
Para el gerente territorial de Turnitin en España, «es preciso hacer entender a los estudiantes, cuanto más jóvenes mejor, las consecuencias que tiene una conducta tan poco edificante como plagiar sus trabajos y ahí nuestra herramienta tiene un importante papel disuasorio». Precisamente, por ello contratan también sus servicios institutos de bachillerato internacional que deben adecuarse a las exigencias éticas de los centros extranjeros, sobre todo anglosajones, donde se recomienda la utilización de Turnitin para mantener su prestigio en el mundo educativo.
Es el caso del Colegio Americano de Bilbao que emplea este servicio online con sus alumnos desde sexto de primaria «con fines educativos y no sólo como castigo», destaca Nina Franco, profesora de Ciencias Bibliotecarias en este centro. En ese sentido, durante los primeros años se les enseña a los estudiantes a manejar correctamente la herramienta, algo bastante sencillo ya que es «muy fácil de utilizar», así como valorar los resultados que desprende para que aprendan a citar correctamente las fuentes utilizadas para la redacción de sus trabajos y evitar el plagio, que muchas veces se dan a esas edades de forma inconsciente, por lo que no hay un carácter punitivo.
Falta grave en el bachillerato
Todo cambia en el bachillerato. Como sucede con los centros de enseñanza norteamericanos, se obliga a los alumnos a subir sus trabajos a la web de Turnitin, sobre todo cuando se trata de pruebas de evaluación externas. En ese sentido, hay un movimiento estudiantil en EE UU que critica con dureza esta práctica, ya que, de alguna forma, se les considera potenciales plagiadores al eliminar la presunción de inocencia. Para Nina Franco, se trata de un requisito necesario porque «cuando salgan de aquí pueden ir a universidades que tengan esta misma herramienta de control». En el caso de que un alumno sea pillado 'in fraganti' con un trabajo copiado, se pone el caso en conocimiento de sus padres, ya que se trata de una falta grave que tiene serias consecuencias en la vida académica de su hijo.
Eso sí, a Nina Franco también hay cosas que no le gustan de esta herramienta, como el hecho de que la propiedad intelectual de los trabajos de alumnos pasa a pertenecer a esta empresa por el simple hecho de subirlos a su web. «Debería seguir siendo de los estudiantes», se queja la docente que tampoco está de acuerdo con el «elevado coste de la licencia» que varía según el número de alumnos que tenga cada centro. «Pagamos 2.000 euros al año por ella para que evalúe los trabajos de nuestros 350 estudiantes. Me parece excesivo», apunta.
Turnitin: http://www.zaojiance.net/turnitin/